En el año 1939 fueron desalojados de sus asentamientos originarios por un tal Conesa, Se les otorgaban quince a treinta días de gracia para que se vayan del lugar. Además de sacarlos de sus viviendas, con la ayuda de la Policía, luego intentaban desalojarlos de la zona. Don Francisco Ñanculef enfrentó los atropellos, y pudo gestionar la posibilidad de establecerse en el lugar en que se encuentran hoy. Según su hijo, Jorge, que hoy vive en Cerro Centinela, donde nació en 1941, sus padres llegaron de la zona de Pocitos de Quichaura, y se encontró con los desalojados de Conesa. Fue su padre quien llevó adelante la instalación de la escuela, que hoy lleva su nombre. Cuando se logró el título de la colonia ya los pobladores eran más de cuarenta entre aborígenes y mestizos. Junto con el desalojo territorial se producía también el desalojo cultural, ya que los padres no enseñaban la lengua, porque las autoridades prohibían hablarla. Elcira Jara, llegó de Esquel con su familia,. Desde 1938 con once años de edad, vivió lo que quedó registrado y hoy puede transmitir.. Cuenta que en julio de 1938 hubo una 3 Walter Mario Del Rio, Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia (1872-1943) 3 nevada muy fuerte, había más de un metro de nieve en la zona de los alrededores de Cerro Centinela, recuerda cómo caminaban con palos intentando avanzar y debieron esperar a que se retire para intentar recoger lo poco que había quedado, pero junto con la nevada empezaron los desalojos y las familias debieron retirarse. Recuerda especialmente a la familia Paillalaf, que se llevó unas treinta yeguas, ovejas, vacas y cabríos, hacia un lugar llamado Laguna La Mora, pero cuando llegó la primavera los animales se fueron muriendo de flacos quedando totalmente en la ruina. Menciona que todo fue por culpa de Conesa, que como tenía plata contaba con la complicidad de la policía. Les daban horas para que salgan, cargaran sus carretas con lo que podían y lo que no, lo dejaban para venir a buscar después, pero cuando miraban para atrás estaban ardiendo sus casitas, ya que en aquella época no se conocía la construcción con chapas, sino que todo era de retamo y de nunco, así que todo ardía como brasa. Ese era el trabajo que realizaba el Pablo Arredondo, por orden del Conesa, que le decía que una vez que saliera la gente de la casa le prendiera fuego. Y así fue saliendo la gente desalojada, algunos con chicos, y se fueron quedando y formando campamentos, eran más de cuarenta familias. Recuerda a los Jaramillo, que eran varias familias, a Juan Estanca, así como varios más que vieron incendiarse su casita y se fueron retirando hacia lo que hoy es Cerro Centinela, que llamaban Pampa Larga.